miércoles, 23 de septiembre de 2009

Festibike'09

Todo comenzó a principios de año en Valdemorillo, unos cuantos íbamos prestos a disputar la carrera que allí se celebraba, pero la nieve nos hizo desistir del intento. La organización nos ofreció correr en su lugar el Festibike 2009, y como unos insensatos allí nos apuntamos. Corría ya el 20 de septiembre de 2009 y llegó el día. Cierto es que con un verano de parón total mi forma dejaba mucho que desear, no es que sea excelente en otras épocas, pero mejor que en esta ocasión había estado. Madrugamos un poquito, un tazón con cereales de chocolate bien generoso, la mochila bien preparada y a por la burra. En esta ocasión fuimos en la furgo de Papi, que nos vino pero que muy bien. Una hora antes del evento ya estábamos en las Rozas, de dónde partía la maratón que íbamos a intentar terminar. Recogimos los dorsales todos repartidos: los cuatro de Valdemorillo: Arias, Dani, Miguel (no llevaros a confusión es Papi) y un servidor y los que se apuntaron después el Churri, Pacho, Adam y Félix (todos ellos junto a Javier acompañados de mujer e hijos). Dorsal delante de la bici, chip en la rueda, una meada rápida y el pistoletazo de salida. Nos reunimos todos para una foto de grupo, que la verdad que guapos salimos un rato.




Pocos minutos después del banderazo de salida seguía saliendo el enjambre de biciosos que nos dimos cita al evento, unos 1500 parece ser que nos reunimos. Pronto nos quedamos rezagados, esperando poder coger ritmo Dani, Papi y yo, el resto de nuestro pelotón, que nos contará en sus respectivos blogs sus peripecias, partió lejos y veloces a por una buena posición en la carrera. Comentar que todavía no lo he hecho, el recorrido de la carrera: salida de Las Rozas, siguiendo por Colmenarejo, El Escorial, Peralejo, Valdemorillo y vuelta a las Rozas. El montante ascendía a 72 kilómetros con dos tramos cronometrados, todo por caminos de tierra, senderitos, tramos de carretera y apoyado por 4 puntos de avituallamiento. Como podemos ver el gráfico de la competición:



Confesado es, que mi intención era ver si podía acabar, pero con la mente puesta en el Escorial, dónde era razonable que terminase mi participación. Sin más dilación al lío...

Bajamos el pueblo de las Rozas y a los pocos kilómetros nos desviamos a un camino de tierra más estrecho que la carretera, lo que provocó un apelotonamiento un poco incomodo. Esperamos de nuevo unos minutillos, para circular con tranquilidad y continuamos la marcha. Sin apenas respiro y rodeado de bikers, y eso que salimos en cola, empezamos el primer tramo cronometrado, algo menos de 6 kilómetros con repechos no muy largos con un porcentaje interesante: pista ancha, con bastante piedra y sobre todo mucha gente. Tras el primer sufrimiento llegando a pulsaciones bastante altas, termino coronando, lo que implica pasar por la alfombra roja que marcará mi tiempo. De todos los que éramos paso el más rezagado, y los incasables Papi y Dani (que expondrán su opinión en este nuestro blog) comentando sensaciones mientras se toman una botellita de agua, ya que aquí se situaba el primer punto de avituallamiento.




Primer fallo de la organización, aquí sólo agua para los corredores, nada más, que la verdad que si que se esperaba. Algo agarrotado, pero la verdad que muy contento, porque el ambiente molaba, buen día y mejor compañía. Descanso breve y retomamos la marcha. Continuamos por un camino muy ancho y nos acercamos al embalse de Valmayor. Para mi sin duda el sitio más bonito y la parte del circuito más chula. Senderito de a uno, curvas y al puente que atraviesa el embalse ¡Qué deciros!







En el camino te encontrabas gente con pinchazos, alguna caída, botellines por el suelo… vamos un reguero de restos ciclistas. Pasamos el puente no sin bajarse de la bici ante el previo aviso de cuidado con el salto. Y nos metemos en un nuevo sendero, con curvas, alguna piedra, bajaditas y muy entretenido. Nada de desconcentrarse, la mirada al camino y pedales y más pedales. Estos tramos se caracterizaban por el cambio continuo de desarrollo, piñón abajo, piñón arriba, ¡repecho!, metemos plato pequeño. Si tenías alguien detrás que chupara rueda, lo siento, pero no me aparto que demasiado tiene uno como para apartarse. Así unos cuantos kilómetros, hasta que abandonamos las inmediaciones del embalse y en éste momento tomamos un camino más ancho, más practicable pero picando un poco hacia arriba, yo sin encontrar sensaciones, bueno la verdad sea dicha que eran las consecuencias de no estar fino. En la mayoría de tramos, mis compañeros de camino esperaban pacientemente. Sin más dilaciones El Escorial, segundo punto de avituallamiento, de nuevo con agua y nada más, bastante mal, por no decir muy mal, un poco de descanso y objetivo de Miguel y mío cumplido, pero claro, ¡Cómo íbamos a bajarnos de la bici con poco más de 30 kilómetros! Papi como un toro, yo reservón y Dani en otro escalón. Añadido a que íbamos sin problemas, de que la ruta estaba siendo muy bonita, pues a seguir pedaleando. Recargamos líquido, vamos agua, una barrita y continuamos dirección Valdemorillo. Tramo de carretera y tomamos el camino que más se divirtieron algunos y más me costó a mi. Estrechito, curvas, piedras, saltos y todo detalle de sorpresas. Los tramos más complejos suelto el pie de la cala poniendo un poco de equilibrio. Van cayendo los kilómetros cuando me encuentro a mis inseparables compañeros, comentando los saltos, las poses ante las cámaras de la organización y yo deseando terminar la parte más técnica. Reanudamos la marcha, piedra al canto, culo hacia detrás y freno, y freno… ¡he dicho freno! Mi maneta derecha, el freno de atrás, totalmente suelta. El anclaje, que tendrá un nombre técnico, ha saltado no se sabe dónde y claro que no frena. Sin freno de atrás está claro que la carrera se acaba. Pero claro, unos mañosos como nosotros, no podíamos dar nuestro brazo a torcer: una llave Allen, una brida y apañado:




La verdad sea dicha que con más miedo que otra cosa, pero para mi gozo este apaño frenaba mejor que antes, así que de nuevo al tajo, que Valdemorillo nos esperaba. Las piernas iban cargándose, y las fuerzas iban bajando, pero allí que seguimos ya con mas de 40 y pasando de Peralejo. Las dudas comienzan a surgir, ya que uno empieza a renquear, pero con calma. Valdemorillo, tercer punto de avituallamiento, ¡por fin!, barritas, plátanos, manzanas, bebidas isotónicas… esto es otra cosa, esperemos que no llegue tarde a nuestro organismo. Un rato de charla y venga vamos que ya llevamos unas cuantas horas de carrera. Salimos del pueblo, repechito duro y echo la vista atrás y no encuentro al resto… pinchazo, ¡normal! Otro descanso para mi mientras les espero, animando a los que iban subiendo (cosa que otros no hacían), aparecen los dos implicados coronando el repecho comentado de salida de Valdemorillo.






Las fuerzas justas, la mitad ya queda lejos, respiro y a seguir. Tomamos un descenso con bastante arena, dónde Dani decide dejarnos para que no le cierren el segundo tramo cronometrado, que estaba ya a poca distancia. Poca distancia, pero para mi la sorpresa de la jornada, la cuestecita de arena de los pies. Antes de llegar a éste punto un hombre muy amable de Protección Civil nos alertó de que nos quedaba mucho, que digo mucho, muchísimo para llegar a meta, vamos que no llegábamos ni de coña. Me adelanto un poco, cruzo un riachuelo y para arriba. Quito piñones, más piñones, ¡mierda! tengo ya todo metido, vaya regalito, que larga se me hace la cuesta, menos mal que parece que allí arriba acaba, un esfuerzo, otro más, pulsaciones por las nubes y … pues no, no se acaba y así no sé cuantas veces para mi desesperación. En ese momento me vino la claridad, esto ya se acabó, no puedo con mi alma, he cumplido con creces. El caso es que tras un par de paradas llegamos arriba donde un hombre de la organización nos dio tres opciones: retirada, crono o camino alternativo. Tras unos momentos de dilucidar, Papi que estaba ya muerto, lo que me vino como excusa perfecta y yo, tomamos el camino alternativo, un par de kilómetros más, pero evitando las rampas de la terrible crono. En ese momento, no sé como fue pero mis piernas volvieron a responder, muy cansadas, pero pedaleaban, mientras que lanzaba todo tipo de ánimos a Papi, que espero que sea benevolente con estos ánimos en su crónica. Tras diez kilómetros y no mucho sufrimiento llegamos al último punto de avituallamiento, nos refrescamos y nos tiramos hacia abajo. Una vez terminada la bajada me despido de mi compañero que le subirán en furgoneta a meta y tiro con lo que me queda para Las Rozas. Estaba cansado, pero pedaleaba bastante ligero, despacito pero con buena letra. Creo que fue buena decisión no hacer la crono, por más que me pese en el resultado final de la carrera. Ya estoy llegando, dándolo todo a pesar de los aficionados que guardaban sus bicis y me decían, “pues no te queda ni na”. Me quitan el chip y los últimos kilómetros todos de subida para acabar con satisfacción. Son de carretera y los subo bastante dignamente, sorteo un par de rotondas y un miembro de la organización me avisa de que ya está todo cerrado, ¡pues qué bien! El caso es que corono, los 80 kilómetros se acercan, el  pulsómetro marca 150. Levanto la cabeza buscando caras amigas y veo a toda la familia biciorejón despidiéndose camino a casa, hasta que perciben mi presencia y me animan con ganas, oyes que ilusión más tonta. Más de ocho horas después, con vítores entro en el recinto (que si que estaba abierto), veo a Dani animándome, me levanto de la bici y paso por meta, muy feliz las cosas como son. Aquí otro fallo de la organización, a nivel competitivo y por tanto de tiempos sólo contaban los dos puntos cronometrados, ni meta, ni salida, ni fotos a la llegada, creo que es un gran error, eso si un bocata vegetal y unos macarrones celebran mi llegada. Saludos y sensaciones a todos los participantes que nos reunimos en la llegada, unas cuantas anécdotas y muchas risas. Todos hemos dado lo que teníamos, Dani como un titán, los biciorejones a su nivel de siempre y Papi y un servidor muy por encima de lo esperado.




Me quedo con la mala sensación de no haber realizado la segunda crono, pero me quedo muy contento por haber terminado y sufrido durante tantas horas. La sensación ha sido tan positiva que el año que viene repito para hacerla entera y si es posible un poco mejor, pero eso ya será el 2010 y un bicioso no piensa más allá de la siguiente salida, que me da a mi que va a ser bien prontito ¡Viva el pedaleo, viva compañeros!


2 comentarios:

  1. Un titán tio, un puto titán. Pasaste de un objetivo de 35 km a hacer 80, sin palabras. La verdad que al final lo dimos todo, y como dijo uno al final, los verdaderos héroes éramos nosotros, la panda de globeros que más sufrió. A ver si sacamos otra crónica.

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  2. Sois unos campeones!! Ole por la crónica y por superarte una vez más!
    Come and "keys" me!
    Susi

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